Un primer equívoco que debe evitarse es el de
confundir lúdica con juego, pese a que semánticamente los diccionarios tratan
estas expresiones casi como sinónimos.
Al parecer todo juego es lúdico pero no todo lo
lúdico es juego. No se trata de un simple malabarismo de palabras, se trata de
empezar por reconocer que la lúdica no se reduce o agota en los juegos, que va
más allá, trascendiéndolos, con una connotación general, mientras que el juego
es más particular.
De hecho resulta fácil aceptar que coleccionar
estampillas, escuchar música o hacer chistes no son juegos, aunque reporten
emociones y sentimientos similares. ¿Qué es entonces lo lúdico o la
lúdica?
La lúdica se asume aquí como una dimensión del
desarrollo humano, esto es, como una parte constitutiva del hombre, tan
importante como otras dimensiones históricamente más aceptadas: la
cognitiva, la sexual, la comunicativa, etc.
En tanto que dimensión del desarrollo humano, la lúdica
se constituye en un factor decisivo para enriquecer o empobrecer dicho
desarrollo, pudiendo afirmarse que a mayores posibilidades de expresión y
satisfacción lúdica corresponden mejores posibilidades de salud y bienestar y,
por tanto, a ambientes que bloqueen o limiten la expresión lúdica corresponden
personas con carencias significativas en el desarrollo humano, tanto así como
si se reprime o bloquea la sexualidad y el conocimiento.